domingo, 2 de marzo de 2008

Grito

Grito
Deshilacho el cuerpo en un solo y potente rugido de furia.
La boca abierta
Mi garganta una áspera lija.

Grito
Escupo el veneno que me han obligado a tragar
Quiero hacer estallar el muro de conformismo que han puesto frente a mi
El estomago se exprime como un fuelle de carne.

Grito
Un huracán negro y pestilente me brota de las entrañas
Los músculos trabados, los puños apretados y los ojos cerrados
Una llama me explota en el cuello.

El grito para,
El cuerpo se afloja.
Doblado, con la cara en las rodillas, empiezo de nuevo a respirar.

Autorretrato

Según los enterados, la distancia más corta entre dos puntos es una línea recta. Yo me encuentro definible por dos puntos: la cabeza y los pies, unidos por una largisima recta adornada por una enorme esfera en el centro.

Dos punto que física y esencialmente se encuentran separados por una gran distancia como el cielo y la tierra.

Arriba, mi cabeza, separada de la realidad y la mayor parte del tiempo ocupada, en franca rebeldía a mi lineal geometría, en desarrollar curvos pensamientos. Secuencias desordenadas y rápidas donde una idea genera cientos y todos entrecuruzadas en un compacto ovillo que cuando la lengua busca desatar, generan largas peroratas con cortos momentos de sentido... la mayor parte del tiempo.

Destacan en medio de un bullicio de pelos, lentes, orejas y nariz, dos ojos saltones: Saltones por lo grandes y porque no paran de brincar de un lado al otro, ávidos de conocer y de estar en todo.

En el otro extremo, abajo, estan mis pies. Unos pies grandes, pesados y alargados utilísimos para abarcar la mayor cantidad de tierra posible, pero con gran temor a salir del camino correcto (sin saber exactamente cual puede ser este). Un poco más arriba las largas piernas hechas para pasos largos que me lleven aprisa, siempre deprisa, sin saber cabalmente a donde voy, ni cuanto tiempo tengo para llegar alli.

Mi cuerpo es largo, largo como el numero uno y, consciente de esa "unicidad", con un gran aprecio por la soledad temporal pero con terror a la permanente.

Las manos grandes para hacer grandes cosas, en cuanto descubra cuales son estas, pero frías pues requieren de constantes apretones y caricias.

Las líneas que me definen también se convierten en un problema cuando se acortan: se acorta día con día mi juventud. Juventud que es el pretexto perfecto para un sinnúmero de aniñadas actitudes que disfruto en cantidad, pero que se contraponen a la línea que supone la madurez y la responsabilidad.

Se acorta mi tiempo libre, pues cada vez es mas largo el tiempo de trabajar. Un problema cuando la línea del tiempo no existe, pues en mi el tiempo es relativo y acorde a mi humor vuela cuando me divierto y es lento y pesado cuando me aburro.

Se acorta la distancia esencial entre ese cielo y el suelo, y cada día empiezo a andar mas lento mas preocupado por el cómo debo ser y lo que debo hacer, en lugar de retornar a lo que quiero ser y lo que quiero hacer.

Es triste decir que también se me acorta la inspiración y es inevitable que este texto, como yo, se corte de una vez, una vez que ha llegado a su final.